Sin ir al otro extremo de perdernos en tonterías que por error podríamos considerar de sublimes, lo que intento decir es que podemos ver el lado bueno de las cosas, así como también de las personas que tenemos alrededor, comenzando con un espejo y alegrarnos por los dones de los cuales podemos hacer uso. No importa si no somos los mejores en algo, pues el simple hecho de ser buenos, es suficiente si no pasamos la vida en una eterna inconformidad. Aceptarnos como somos, aceptar a los demás como son, con virtudes y defectos, es una buena receta para poder dormir tranquilos en las noches.
Estamos aquí el mismo tiempo que dura un suspiro. Buscar la felicidad en las pequeñas cosas, más que una receta para el buen vivir, debe ser una misión de vida. Eso pienso yo. Mientras tanto, podemos ver nuestro reflejo y saber que estamos ante algo que, de ninguna manera, volverá a ser creado jamás.