De niño, seguí por muchos años la
historia de Steve Jobs. Recuerdo haber
leído y releído una edición de PC Magazine en español que hablaba sobre la
compresión de discos (artículo que me gustó muchísimo) y sobre un individuo que
cobraba 1 dólar al año. Lo hacía por orgullo, no teniendo mayor necesidad
económica. Él había resucitado Apple
Computer y su historia era más que fascinante.
Nunca tuve un equipo Apple en mis
manos. Jamás manejé un Mac, ni antes de su salida ni luego a su regreso. Mi contacto con la informática comenzó en
1.993. 80386SX, 2MB de Memoria, DOS 5.0 y Windows 3.1, con un triste monitor
monocromático ámbar. No creo que haya
existido mejor ni más entretenido momento.
Windows comenzaba a volar y para DOS existía una infinidad de juegos
donde aburrirse era imposible.
Cierto, Windows copió todo lo que
en esencia hacía MacOS, pero ellos también habían hurtado la idea. Eso no viene al caso, pero vale para dejar
claro que el principio en el que funcionan ambas plataformas, es exactamente el
mismo. Sin embargo, vaya que la experiencia de uso es completamente distinta.
No conozco un usuario de un Mac o
de un iPhone que no esté convencido de que su dispositivo es absolutamente
superior. Y tal vez no estén lejos de la realidad. El asunto es que no todos los juguetes
tecnológicos son iguales para todo el mundo.
Apple desde siempre creó con la
idea de integrar Hardware y Software, de forma que nadie más modificara sus
equipos. Puedes personalizar totalmente tu área de trabajo, pero solo bajo muy
limitadas excepciones hubo clones de Macs; y para nada modificaciones de su
sistema operativo.
Son así, ámalos o
déjalos. Por otro lado, la filosofía abierta que Microsoft siguió desde DOS
hasta Windows, es que los demás fabriquen el hardware (sea quien sea), que
ellos ponen el software. Esa fue una apuesta ganadora (que se puede ver hoy en
día replicada en Android), en la cual, todos, absolutamente todos pueden armar
un PC con las características que requiera o las que su bolsillo permita, a fin
de tener la computadora más personal posible. Usted mismo puede comprar su
procesador, memoria, disco, tarjeta madre, acelerador gráfico y cuanto juguete
le quiera integrar, de la marca y potencia que prefiera. Luego instalar el sistema operativo (incluso
una tercera opción como GNU/Linux) y hacer con ello lo que mejor le plazca.
Si, por supuesto, eso no le vale
a todo el mundo. La mayoría de las personas prefiere comprar un equipo ya
existente y funcional, pero eso también lo consigues con los incontables
fabricantes que entregan soluciones más que listas. Y ni hablar de la
disponibilidad de infinitas aplicaciones que existen para Windows, que por más
que existan muchas para Mac, jamás será la misma cantidad, ni de cerca. Esto
último para mí, es más que suficiente como argumento de selección.
Claro, pasaron los años y ha sido
inevitable entrar en contacto con Mac OSX. Hermoso, diseño perfecto y bien
cuidado lleno de colores y sencillo al mismo tiempo. Minimalista como su
inspirador padre. Se comporta, a mi entender, como una versión muy bien cuidada
de Linux, en un equipo diseñado y pensado para ese OS. A muchos los hace volar,
por su estabilidad y cuanta característica positiva se le atribuya. Pero por
algún motivo, a mí no me inspira; al contrario, me hace sentirme atrapado dentro
de la maravillosa creación de alguien que decidió por mi todo lo que pensó que
yo necesitaría. Como diría el mismo Steve “ellos no saben lo que quieren hasta
que se lo mostremos”. iOS tampoco me atrae y es exactamente por el mismo
motivo. Si, sus características son impresionantes, pero lo mismo: La felicidad
está más allá del Jailbreak (procedimiento que se usa para hacer algo similar a
la liberación y rooteo en Android).
Esta es mi experiencia. Actualmente uso Windows 7 sin antivirus y
Windows 10 en donde no puedo evitarlo (y en menor medida OpenSuSE). No faltará
quien me diga que no se de lo que hablo y que estoy tremendamente equivocado. Y
tal vez tenga la razón, pero es lo que yo he vivido y por eso es que la
computación y el mundo de la tecnología es algo sumamente personal; cada quien
hace su propia historia.
Como dije antes, Jobs es una
inspiración. Me comí su biografía,
realizada por Walter Isaccson. Admiro enormemente a su amigo y socio Steve
Wozniak, que es el cerebro detrás del comienzo de Apple y también devoré su
libro iWoz. Ellos le dieron un giro a la
historia de la informática y la humanidad les debe más de lo que se puede
cuantificar. Si debo pedir perdón por no
usar sus creaciones, pues lo haré, pero al día de hoy no tengo motivaciones
para hacerlo.
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