lunes, 18 de junio de 2018

10 años contigo, hijo mío


Una década... El tiempo vuela. Si hijo, hace 10 años te encuentro por primera vez y no sabía exactamente cómo sería ser papá. De hecho, no sabía qué esperar de todo lo que ocurría, no sabía quién eras.  Hace 10 años todo era expectativas, que hoy son realidades. Y tu hijo mío, superas cualquier pronóstico positivo.

Si me pongo a enumerar todo lo bueno que hay en ti, muy probablemente no termine hoy de escribir. Eres un magnífico estudiante, un gran amigo, un magnífico jugador, ciudadano ejemplar, pero sobre todas las cosas eres el mejor hijo que un padre pueda soñar. No se puede pedir más.

Solamente debes cultivar tu paciencia y perseverancia, rendirte no es una opción. Habrá días malos y otros no tan buenos y tendrás que luchar contra el desánimo, confiar en la persona que eres y tus capacidades. Son días dónde se debe andar por fe y no solo por vista. En algún punto confiarás en ti y verás que las cosas salen bien, incluso de formas que no esperabas.

Ciertamente, ser padre no es fácil, pero un hijo cómo tú hace que las cosas sean menos complicadas. Te conozco desde siempre y puedo ver a través de tu corazón. Se que no hay maldad en él, al contrario, veo inocencia y bondad.  Espero que, pasados los años, cuando ya seas un hombre y me mires desde la misma altura (o quizá más), pueda encontrar esa misma paz, inocencia y bondad que hay hoy en ti.

Yo estaré a tu lado siempre que me necesites, porque ser tu padre es el trabajo más dulce más gratificante que he tenido que hacer en mi vida. Agotador, si, pero jamás renunciaría a él.

Y todavía no me ganas corriendo. Pero no falta mucho...

Te amo hijo, Dios te bendiga y te cuide siempre.

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