
No hay estación del metro donde no haya observado la mal llamada viveza de aquellos que, en pleno uso de sus facultades físicas, prefieren colocar sus humanidades en un ascensor que, a todas luces, está para las personas de la tercera edad, mujeres embarazadas, con movilidad reducida o discapacidad.
Irónico es que, frente a un ascensor abierto, pueden correr hasta su interior para no perderlo, pero no pueden caminar para una salida común, con probable disponibilidad de una escalera mecánica. ¿Pueden correr pero no caminar? Irónico y vergonzoso.
Esto es pues, un llamado a la conciencia: Así como este caso hay muchos, pero por lo menos respetando lo señalado, hay algo de ganancia.
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