Campeón sin atenuantes, Uruguay se consagra por décima quinta vez como campeón de la Conmebol. Su juego, de menos a más, no ha dejado lugar a dudas que es el seleccionado más efectivo y completo de los doce que se presentaron al torneo. Han ratificado lo hecho en el mundial.
Para Venezuela, para La Vinotinto, esta Copa ha sido muy especial. Primero que nada, ha sido su mejor presentación sin lugar a dudas. Sin embargo, queda una sensación agridulce al ver como se ha tenido la gran posibilidad de llegar a la final, independientemente de lo que haya podido ocurrir allí y lamentablemente no se dio. El fútbol es así. Haber perdido ante Perú (Otro equipo al que nadie le regaló nada y tiene su justo premio), no desacredita lo logrado.
Y precisamente, hablando de las maneras y formas futbolísticas, hay dos cosas que quisiera resaltar. Primero que nada, la gente se volcó a favor de su selección, como nunca antes. Esto es algo positivo per sé, pero cuidado: Demasiado optimismo puede derrumbar las altas expectativas que se han generado en torno a la selección, y lo visto en esta Copa América demuestra que no hay equipo pequeño ni malo, por lo que no cosechar éxitos, independientemente de que se esté trabajando bien, es siempre una posibilidad. Si el público que, poco acostumbrado a seguir fielmente a su equipo nacional, observa una cadena de resultados poco alentadores, es muy probable que vuelva a su estado de apatía natural.
Por otro lado, he escuchado muchas veces, demasiadas diría yo, “El equipo tal no mereció ganar”, o, “Es injusto que nuestro equipo haya perdido”. Son comentarios propios de aquellos que no han aceptado la esencia misma del fútbol. El fútbol no es justo, el fútbol no se basa en merecimientos, sino en goles. De otra forma, debemos establecer un grupo de jueces imparciales en cada juego que decidan cual equipo jugó mejor o más bonito y nos olvidamos de los que anotaron los goles. Es imposible olvidar aquel gol de Claudio Caniggia en el mundial de Italia 90, ante Brasil, ya terminando el encuentro, que fue dominado enteramente por el equipo de brasileño. “Los goles no se merecen, los goles se marcan”, decía Maradona; y tiene razón.
También hubo demasiadas quejas con respecto al arbitraje. Es obvio que el perdedor siempre estará inconforme con pasajes claves de los encuentros. Eso será así mientras el fútbol sea fútbol. Lo único que yo critico y que de ninguna manera aceptaré, son cosas como las que hizo el árbitro Carlos Vera de Ecuador, como lo fue señalar un saque de banda para un equipo, dejar que el otro saque y hacerse el desentendido. Si después Chile anotó en esa jugada, es anecdótico, pero es lo que detona la ira de todos. Mi pregunta es: ¿Dónde está la autoridad del juez? Una cosa es un error de apreciación y otra cosa es la falta de autoridad. Eso no debe ocurrir jamás.
Lo segundo y quizá más importante, es que de aquel 3 a 3 en la Copa América del año 93, ante Estados Unidos, a lo que se ha hecho en la actualidad, el progreso es incuestionable. Hay una agradable sensación en el ambiente, que permite pensar que si se puede pelear por un cupo al mundial de 2014 (y más sabiendo que hay un cupo adicional, cuando Brasil no jugará eliminatorias). Esta actuación nos hace mirar con optimismo las posibilidades existentes, sin ser soñadores. Si Venezuela llegó a donde llegó en esta Copa América, si la hubiera ganado, o si hubiera quedado eliminado en primera ronda, no es nada comparado con la posibilidad de llegar a donde todas las naciones quieren llegar: La Copa del Mundo. Ese es el destino final.
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