Hay días en que las cosas simplemente salen mal. No pregunten por qué, simplemente parece que tenemos una varita mágica con la que destruimos todo lo que está a nuestro paso. Son días donde terminamos pensando ¿para qué salí de casa hoy? En ocasiones, esas “malas rachas” se transforman en semanas o en meses. Pero muchas veces, esos períodos donde las cosas no son como deseamos, se extienden solamente por responsabilidad nuestra y de nadie más. Incluso, en ocasiones, ni si quiera existen más allá de nuestra propia mente.
Buscarle una explicación no es sencillo. Walter Riso, prestigioso psicólogo colombiano, habla de los “sesgos atencionales” a los que se refiere cuando prestamos más de la debida atención a ciertos factores de determinadas características. Cuestión de enfoque, dicho de forma más sencilla. Por ejemplo, en un día común: Nos levantamos en la mañana, al vestirnos se nos desprende un botón de la camisa, luego tráfico en la vía; más tarde conseguimos cerrar un gran negocio que reportará buenos dividendos económicos. De retorno, más complicaciones en la carretera. Luego en casa más de la rutina.
¿Cómo nos fue en el día?
Respuesta 1.- Fue un día de perro, no tengo vida personal, complicaciones, colas, la rutina y hasta la camisa se puso en mi contra. Lo único bueno fue que cerré un buen negocio.
Respuesta 2.- ¡Hoy fue un día excelente! Hice muy bien mi trabajo y pronto veré el fruto de mi labor. Ni si quiera pudieron pararme tantos contratiempos que tuve en el día.
Mucha gente dice que hay que tener mente positiva para que cosas buenas pasen. Yo no estoy de acuerdo con eso. Pienso que es mejor prestar atención a las cosas positivas y dejar de un lado las que no son tan buenas. Sobre todo en días complicados, es la actitud más sana para la salud mental y física. Una buena actitud puede ser útil para abrir puertas: Una sonrisa, acompañada de un carácter sereno y de buen humor, son la llave necesaria para abrirnos paso a las metas que nos planteamos diariamente. No es un secreto, no hay recetas mágicas. No es algo tan sencillo de ejecutar, pero tampoco es imposible.
Quien escribe no será precisamente el ejemplo a seguir en cuanto a la actitud, pero trabajo en función a mejorar ello y estoy seguro que cualquiera puede hacerlo también. No se trata de negar que las cosas malas ocurren, la idea no es vivir un autoengaño. Si las cosas salen bien, entonces digamos “muy bien”. Y si no son como queremos y nos toca bailar con la fea, entonces pensemos en aquellos, tantos otros desafortunados que ni con la fea pueden bailar. Tiempos mejores ya vendrán.
Eres muy diferente de como hablas a como piensas.
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